“No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie” (P.259), escribió Galeano en su libro “El futbol a sol y sombra.” Sin duda alguna Galeano estaba en lo correcto. No existe algo más deprimente que un estadio sin espectadores y muy seguramente no existe algo más deprimente para un jugador de futbol que jugar sin el aliento de la tribuna. La tribuna hace parte del espectáculo de futbol, los aficionados fervorosos le añaden al folclor del futbol y forman el ambiente que hace de este deporte tan apasionante y popular. Sin embargo, es precisamente esta misma pasión la que aleja a la gente de las tribunas. La pasión por un equipo de futbol en ocasiones lleva a peleas entre aficionados de equipos rivales, y las peleas entre aficionados alejan a los aficionados de las tribunas. Es así como se ha creado un entorno violento alrededor del futbol. Desde los tiempos de los “hooligans” hasta las “barras bravas” de ahora, la pasión por el futbol se ha ido radicalizando hasta el punto de convertirse en algo similar al fanatismo religioso.
Esta especie de “fanatismo al futbol” se ha visto expresado en distintos países de Latinoamérica, siendo Colombia uno de los máximos exponentes de éste fenómeno. El fanatismo hacia este deporte ha llegado a tal punto que desde el 2002 se han registrado aproximadamente 4,000 casos de muertes relacionadas con el futbol (Pirry, Especial Barras Bravas Colombianas). Asociado ha esto, desde 2002 hasta el 2011 han sido instaladas mayas que separan la cancha de la tribuna y que separan las tribunas entre ellas en el 100% de los estadios del futbol profesional colombiano. La violencia en el futbol ha alejado a la familia de los estadios, ha impulsado la inclusión de pandilleros en ellos y por ende ha promovido el declive en asistencia a los estadios. La violencia en el futbol se ha convertido en uno de los mayores problemas en la sociedad colombiana y por ende en uno de los mayores temas de la agenda política.
Efectivamente la violencia en el futbol tuvo gran impacto en la política colombiana. El 24 de Mayo de 2011, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, firmó la ley 1445, conocida como la “Ley del Futbol”. Esta ley, según afirmado por el mismo presidente le “apunta a la paz en los escenarios deportivos” ya que “obliga a los vándalos a pensar dos veces antes de perturbar el desarrollo de una competencia.” La ley, en general, es una fuerte movida por el gobierno colombiano para erradicar completamente la violencia en el deporte y en especial en el futbol. Ésta contiene sanciones inmensamente radicales para aquellas personas que perturben la normalidad en escenarios deportivos incluso algunas que van de 1 a 5 años en prisión.
Mirando desde el presente el efecto que esta ley ha tenido en la sociedad colombiana ha sido sumamente positivo. Desde su firma, todas las mallas protectivas han sido eliminadas de los estadios del futbol profesional colombiano. Similarmente, se han creado campañas sociales entre las mismas “barras bravas” colombianas donde se promueve la convivencia y la pacífica rivalidad. En resumen, aunque la ley no ha eliminado completamente la violencia en el futbol -en esencia, existen factores externos al futbol que promueven la violencia en este deporte- si ha mejorado sustancialmente el ambiente alrededor de este deporte. En los últimos años se ha visto un incremento en la asistencia ha partidos de futbol y se ha visto una mayor inclusión de la familia en los estadios. En fin, el impacto de esta ley ha sido extremadamente positivo y seguramente su buen impacto crecerá en un futuro.
Un post extremadamente interesante sobre otra faceta del fútbol que uno no ve normalmente. La violencia en este deporte se a desencadenado y las rivalidades solo se han acentuado. Como lo hiciste notar, el caso Colombiano es muy interesante pero esta historia de rivalidad y violencia pueden ser encontradas alrededor del mundo y en muchos de los casos, como en Inglaterra los resultados son mucho peores.