(Detalle de camiseta de la selección peruana. Jesús Hidalgo, 2015)
La próxima semana cumpliré 30 años -sí, lo sé, estoy viejo. Pese a que he visto 7 Copas del Mundo en estas 3 décadas -uno de mis primeros recuerdos relacionados al fútbol es el penal que el arquero argentino Sergio Goycochea tapó a Italia en el Mundial de 1990. Probablemente la mayoría de ustedes ni siquiera habían nacido cuando Estados Unidos jugó un 4 de de julio de 1994 contra la que sería la selección campeona del mundo ese año, Brasil, o incluso la goleada de Francia sobre Brasil justamente en la final de 1998. Algo que no he visto en mi vida, no obstante, es un partido de mi selección nacional en el el Mundial. Soy de Perú, un país cuya última participación en la Copa del Mundo data de 1982 (en España, donde no ganamos ningún partido, empatamos 2 y perdimos 1).
Mi generación está formada por adultos jóvenes adictos al fútbol que se decepcionan, frustran y/o enfurecen cada cuatro años. A lo largo de nuestras vidas, hemos hinchado por cualquier otro país de Sudamérica excepto el nuestro. Generalmente por Brasil. Algunos, por Uruguay o por Argentina -yo suelo hinchar por Brasil pero el año pasado lo hice por Argentina porque quería que Messi ganase por fin su Mundial. Casi nadie hincha por Chile, debido a la conflictiva relación que Perú tiene con “el vecino del Sur”, tema de un futuro post. Para algunos países, como el mío, lo único que piden sus hinchas a Dios es ver a su selección en el Mundial, así perdamos por goleada cada partido. Eso es lo único que, en términos futbolísticos, todos los miembros de mi generación hemos rogado por casi 30 años. ¿Se hará realidad el sueño para Rusia 2016?
(Claudio Pizarro en su actual club, Bayern Munich. Getty Images)
No es que nuestros jugadores sean malos. De hecho, si alguno de ustedes sigue la Bundesliga, quizás sepa que Claudio Pizarro, un jugador peruano, es el máximo goleador internacional en la historia de la liga alemana. Y que Nolberto Solano, hoy en día ya retirado, es un ídolo tanto en Argentina (Boca Juniors) como en Inglaterra (Newcastle United). Diversos entrenadores latinoamericanos de primer nivel (Francisco Maturana, Paulo César Autori, Sergio Markarián) han fracaso en su intento de llevarnos al Mundial. Pero, ¿por qué? Pese que no son el único factor, me centraré en la responsabilidad de los jugadores en lo que resta de este post.
Los jugadores de fútbol peruanos son usualmente muy habilidosos… pero indisciplinados. Los niños en Perú juegan “fulbito” en la escuela primaria como parte de los cursos de Educación Física. Esta mini-versión del fútbol (por lo general, cada equipo solamente tiene 5-6 jugadores que juegan con una pelota más ligera y más pequeña que la oficial, con arcos más pequeños que los normales y en una cancha cuyo tamaño es aproximadamente un octavo del de una cancha oficial) desarrolla significativamente a habilidad, creatividad y precisión de los jugadores puesto que deben aprender a controlar el balón en un espacio sumamente reducido. Cuando estos niños crecen, pueden jugar fútbol de una manera casi artística.
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Desafortunadamente, la disciplina no acompaña a estas tempranas habilidades. Cada semana, los periódicos deportivos y las revistas de chismes peruanos publican artículos, vídeos y fotos de jugadores profesionales jóvenes que se emborrachan luego de los partidos y, quienes, además, son capturados engañando a sus parejas/novias/esposas con otras mujeres. El estereotipo del jugador peruano es el de un borracho mujeriego con problemas serios con la autoridad. Jóvenes promesas malgastando su potencial.
Probablemente el caso más representativo sea el de Reimond Manco. Cuando Manco tenía 17 años, recibió el premio a Mejor Jugador del Campeonato Sudamericano Sub-17 (2007). Había marcado 3 goles y su juego lo había convertido en el factor clave para que la selección peruana jugase el Mundial Sub-17 en Corea del Sur ese mismo año. Las páginas deportivas, por supuesto, lo idolatraron. Estas actuaciones le valieron su contratación por el PSV Eindoven, club holandés del que salieron grandes estrellas latinoamericanas en los últimos 20 años, tales como Romario, Ronaldo -el brasileño- o, incluso, el peruano Jefferson Farfán. Hoy en día, sin embargo, Manco tiene 24 años, juega por un club peruano menor y es considerado como un alcohólico empedernido por las revistas de chismes. En el video, se puede ver a Manco, completamente alcoholizado siendo llevado en brazos, como si fuera un bebé, a su hogar tras una noche de juerga.
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Por otra parte, la cultura peruana celebra “la criollada”: el arte de engañar a la ley sin recibir castigo alguno y, además, hacer alarde de ello. Así que no solamente los jugadores profesionales peruanos son indisciplinados sino que los medios de comunicación generalmente celebran esta indisciplina. En vez de censurar la conducta de Manco, por ejemplo, los programas de televisión y los periódicos regularmente lo entrevistan para preguntarle acerca de la última chica con la que tuvo un affair y su última borrachera.
La Federación Peruana de Fútbol (FPF) representa otra de las causas de la desastrosa situación contemporánea del fútbol peruano y será el tema de mi próximo post. Y sin embargo… ¡arriba Perú!…
