Gol de Chadli

Era el Mundial de 2018. El estadio ruso estaba atestado de gente nerviosa y emocionada. 43,000 personas vinieron por todas partes a ver el partido entre Bélgica y Japón en los octavos de final en aquella noche de julio.

Los belgas se habían quedado atrás 2 a 0, lo cual habría sido una derrota embarazosa para una selección que se consideraba una de las mejores del mundo. Cerca del final, sin embargo, el partido estaba empatado 2 a 2. Justo antes del tiempo extra, un jugador japonés lanzó un saque de esquina amenazante que Courtois tranquilamente arrebató del aire antes de aterrizar elegantemente y escudriñar el campo en busca de un compañero.

El gran portero suavemente rodó la pelota hasta los pies de Kevin de Bruyne. El centrocampista pelirrojo esprintaba furiosamente hacia el gol japonés, mientras Lukaku corría delante de él para recibir la pelota. La presencia de Lukaku atrajo la atención de la defensa, pues de Bruyne encajó la pelota a la derecha para Meunier, quien corrió para recibirla antes de la llegada de Nagatomo. Con un golpe feroz, el lateral mandó el balón a través del área de penal. Parecía que Lukaku iba a tratar de ser el héroe de Bélgica cuando se acercó a la pelota.

De repente, llegó el balón y todos los jugadores japoneses lo rodearon, decididos a impedirlo. Pero el delantero inteligentemente lo dejó pasar entre sus piernas, guiándolo perfectamente a Chadli, quién lo tocó solamente una vez. Con su pie izquierdo, metió la pelota fuera del alcance del portero y al fondo de la red.

Los belgas se reunieron, abrazando y besando uno al otro mientras sus aficionados leales liberaron llantos de alivio y pura alegría. Hicieron lo imposible; ganaron después de quedarse atrás por dos goles. Para el otro lado, puro dolor. Los jugadores se desplomaron en la tierra. Casi obtuvieron la victoria que les ha eludido por tantas generaciones. La oportunidad escapó de sus manos y cayó en las de los belgas.  Esta fue la mejor selección belga de la historia, y aunque no llegaron a ganar el mundial, regresaron como leyendas a su país, donde les esperaban miles y miles de personas, celebrándolos como si fueran los campeones del mundo.

Con ese gol magnífico, con estos tres pases simples de la pelota, los jugadores evadieron la desesperación y, en el proceso, rejuvenecieron las esperanzas de una nación entera.