Las tensiones estaban altas durante la final de la Copa del Rey. Barcelona jugaba contra Athletic Bilbao, y el partido comenzó de forma controversial, con aficionados de ambos equipos abucheando el himno nacional español, el resultado de tensiones políticas y separatistas que los consumían. Y las tensiones subían y subían, en un partido tan igualado que en los primeros diecinueve minutos ningún equipo había metido gol. En el minuto diecinueve con veintinueve segundos, Lionel Messi recibió el balón, y el resto es historia.
Cuando Messi recibió el balón, todavía tenia la espalda a la portería contraria, y estaba prácticamente en el mediocampo, donde esperarías encontrar la defensa o quizá a un centrocampista defensivo. De un momento a otro dio una vuelta y se encontró con un jugador. Un toque hacia la derecha y despegó hacia la portería con una aceleración que desconcertó a todos los que lo veían. De acuerdo con unos análisis, Messi llegó a sobrepasar 31 Km/h en 2.73 segundos en esa ejecución inicial. A pesar de lograr separarse un poco del defensor inicial, Messi se enfrentó con otros dos jugadores, efectivamente encontrándose completamente rodeado. Para cualquier otro jugador, esto seria el fin de la jugada.
Pero Messi no era cualquier otro jugador. Con un jugador en frente, otro a la izquierda, uno más a la derecha, y la línea marcando el área de juego por atrás, parecía que no había donde ir. Con un toque rápido hacia la izquierda, perdió un defensor; otro toque hacia adelante con la pierna izquierda permitió pasar el balón por la parte izquierda del segundo defensor, mientras Messi corrió por el lado derecho. Otra vez despegó con el balón, pero esta vez solo quedaba una persona entre él y la portería.
Messi entró en el área del portero, y los gritos de los aficionados aumentaron en volumen. Con una rapidez impresionante, corrió directamente hacia el último defensor, como si con la intención de chocar con él. Pero, en el ultimísimo segundo, un giro brusco hacia la izquierda fue suficiente para desequilibrar la última línea de defensa, dejando un hueco enano entre balón y portería.
A Messi siempre se le da bien aprovechar de los momentos pequeños. Messi vio el hueco, y antes de que los defensores pudiesen recolocarse, Messi ya tenía la pierna extendida para el remate. Según los análisis de la jugada, el hueco de oportunidad era tan pequeño que el margen de error para el remate era un solo 1,5 milímetro en cada dirección. La precisión de Messi era incomparable. Con un movimiento breve de la pierna, el balón fue lanzado hacia la portería, a una velocidad de 77 Km/h, casi rozando el poste derecho, justo fuera del alcance del portero. Gol. El estadio estalló. Messi había logrado lo imposible, algo inesperado y esperado a la misma vez.
Bibliografía
https://www.sportskeeda.com/football/the-science-behind-messis-copa-del-rey-wonder-goal