En la película sobre Andrés y Pablo Escobar, se puede ver el efecto de la corrupción sobre el juego del fútbol. Mientras Andrés Escobar era un jugador tranquilo y respetable para el Atlético Nacional y el equipo nacional colombiano, Pablo Escobar era todo lo contrario. Como jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar decidió comprar el equipo de fútbol local de Medellín (su ciudad natal), Atlético Nacional, con el fin de blanquear el dinero de sus operaciones de drogas. Pablo Escobar usaba continuamente su influencia como un capo de la droga para influir el resultado de los partidos a favor de su equipo. Esto se hizo a través del soborno, la intimidación, y si era necesario, la violencia hacia las personas que actuaron en su contra. Un ejemplo claro de la influencia de Pablo fue el asesinato de un árbitro que aceptó un soborno del equipo contrario para que el Atlético Nacional pierde el juego.
Lo que es interesante, sin embargo, fue el hecho de que los Colombianos, en particular los aficionados del Atlético Nacional, aceptaron Pablo como el propietario debido al éxito nacional e internacional del equipo. Los aficionados miraban más allá de la corrupción y la violencia de Escobar, y en su lugar, casi lo adoraban por el éxito que Pablo llevó al Atlético Nacional. En mi opinión, la “aceptación” de los Colombianos de Pablo Escobar es decepcionante, ya que animó a otros carteles de la droga y hombres de negocios deshonestos a comprar otros equipos de fútbol para sus propios beneficios personales y dañó la imagen del juego en su conjunto. A pesar de la violencia y la corrupción, es importante tener en cuenta que este período de tiempo de los dos Escobar ayudó a traer de vuelta a un reconocimiento nacional de Columbia, así como volver a encender la pasión por el fútbol dentro de los Colombianos.
En el libro Autogol, vemos en las páginas 253-254 cómo los equipos de fútbol colombiano en realidad pidieron a los carteles de la droga a comprarlos con el fin de asegurar la supervivencia de los clubes. El autor habla de los problemas económicos que estaban perjudicando a los flujos de ingresos de la mayor parte de los equipos del país, con las principales problemas: (1) las altas tasas de inflación y (2) un nuevo impuesto sobre la renta de un cuarenta por ciento. Los poderes políticos del país eran incapaces de evitar que estos factores económicos de tener un impacto negativo en el deporte. Muchos de los equipos no podían ganar suficiente dinero, lo que resultaba en los temores de quiebra. Con poco apoyo del gobierno y el país luchando económicamente, la respuesta lógica para obtener más dinero provenía de los carteles de la droga, que tenían miles de millones de dólares a gastar. Los equipos y sus aficionados necesitaban mirar más allá de la corrupción, la violencia y la ilegalidad de sus nuevos propietarios para que los clubes pudieran sobrevivir.
Marc McFarland
